PALABRAS A MIS LECTORES

ALGÚN PAJARILLO ME HA CONTADO QUE EN ESTE IR Y VENIR POR EL UNIVERSO INFINITO ENTRAMOS Y SALIMOS (SIN DARNOS CUENTA DE ELLO) POR LOS POROS DE LAS SENSACIONES.

EN TAL CASO, PIDO QUE LA SATISFACCIÓN DE GOZAR LO QUE SENTIMOS NO NOS ABANDONE NUNCA Y NOS LLEVE A TOCAR UNA ESTRELLA: LA NUESTRA.




martes, 27 de marzo de 2018

Anécdotas vivientes: Las Palabras.



Por: Rosa Marina González-Quevedo.
 León, España.

¿Cuánto nos pueden separar a veces las palabras? ¿Cuánto éstas nos pueden hacer sentir diferentes?

Hace algunos años conocí a un chico catalán en un vuelo Madrid-La Habana, una persona jovial y amable con quien conversé durante las diez horas que duró el viaje. Él había llegado a la capital cubana como turista independiente, con vistas a alojar durante quince días en un apartamento particular (previamente reservado a través de internet). En fin, que a pocos días de su llegada, el extranjero sufrió un percance que le obligó a abandonar su albergue de forma abrupta.  Y así, viéndose momentáneamente “en la calle”, me llamó al número de teléfono que previamente le había dado en el aeropuerto al despedirnos:
─Rosa, estoy en un aprieto y necesito ayuda ─me pidió desesperado.
Y yo, por supuesto, le brindé albergue en nuestra casa, donde vivo con mi madre y mi tía cada vez que voy a mi país de origen. Pues nada, sucedió que aquella noche, poniendo pies en polvorosa, mi nuevo amigo tomó un taxi y se presentó lo más rápido que pudo en nuestro portal. Y mi madre, al verle llegar (y no habiendo visto el taxi), le preguntó:
─ ¿Y en qué viniste?
─En coche ─respondió el chico.
Entonces mi madre, perpleja ante tal respuesta, no pudo evitar su admiración:
─ ¿En coche a estas horas? ─Valga decir que eran cerca de las dos de la madrugada─ Y si viniste en coche, ¿cómo es que no sentimos los caballos?
Por supuesto, mi madre no entendía la diferencia de significado  entre «carro» (tal y como se suele llamar en Cuba al automóvil) y «coche» (término usado en España para designar el automóvil y en Cuba para designar una carroza tirada por caballos).
Por aquel entonces yo residía en Italia, país de lengua extranjera, en el cual tuve que asumir la dificultad de comunicación que conlleva el uso de un idioma diferente.
Luego pasaron los años. Y me vine  vivir a León.
Pensaba que por hablar la misma lengua no tendría dificultades idiomáticas. Sin embargo, gran chasco fue el mío cuando me dijeron por primera vez: «Nos vemos mañana a la salida del curro». Porque hasta ese momento, el único curro del cual yo había escuchado hablar era ése del refrán popular «estar como el curro en la fiesta». Y no sabía si tenía que esperar a mi conocido a la salida de algún sitio llamado «CURRO», tal vez algún cine con ese nombre... Porque para mí era una absoluta novedad esa palabra, igual que otras del lenguaje coloquial español: «Flipar», por ejemplo... que era una palabra que sólo me conducía a la serie televisiva estadounidense “Las aventuras de Flipper”... Y entonces «flipar», tal vez, tendría que ser un término relacionado con los delfines...
Y tantas frases incomprensibles como, por ejemplo: «ser un cazurro», «eso me mola», «estar de coña», «comerse el marrón», «ser un quinqui o ser un friqui»... Palabras y frases que a diario descubro, palabras y frases que los oriundos de esta tierra usan y que en un primer momento tiendo a adivinar o, más sabiamente, a preguntar qué significan.
Sin embargo, a veces ha sucedido lo contrario. Recuerdo que, en cierta ocasión, fui a la peluquería y le pedí a la peluquera que «me pelara». Entonces, sin el menor escrúpulo, ella se mofó de «mi mal uso de la lengua» y hasta quizás me tildara de ignorante:
─Aquí pelamos a los animales. A las personas les cortamos el pelo ─me respondió la docta peluquera, sintiéndose en aquel instante segura de estar en total poseso de las palabras.
Y me pregunto ¿por qué no abrirnos al uso de la propia lengua para aprender algo más cuando las palabras nos resultan extrañas? ¿Por qué no intercambiar las palabras llevándolas a un uso común, en vez de quedarnos en un trono ocasional construido para dar lecciones de cómo hay que hablar «en casa»?  ¿Hay reglas acaso para un Español que hoy por hoy aspira a ser Panhispánico? ¿No sería mucho mejor preguntar y ampliar el léxico?
Cierto es que «al País que fueres haz lo que vieres». Pero aceptar y aprender el uso de la lengua más allá de las propias fronteras nos permite ser cada vez más libres e integrados. Pero, por supuesto, en semejante empresa, el extranjero no es el único que debería «currarse el aprendizaje» en tierra extraña; no al menos para convivir en un planeta llamado TIERRA y en una familia llamada HUMANIDAD.