PALABRAS A MIS LECTORES

ALGÚN PAJARILLO ME HA CONTADO QUE EN ESTE IR Y VENIR POR EL UNIVERSO INFINITO ENTRAMOS Y SALIMOS (SIN DARNOS CUENTA DE ELLO) POR LOS POROS DE LAS SENSACIONES.

EN TAL CASO, PIDO QUE LA SATISFACCIÓN DE GOZAR LO QUE SENTIMOS NO NOS ABANDONE NUNCA Y NOS LLEVE A TOCAR UNA ESTRELLA: LA NUESTRA.




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jueves, 12 de junio de 2014

Recorte erótico.

  Por Astarté.
   León, España.


  

¿En qué pensaba cuando le acarició los pechos, dejando sus pezones tan erectos como botones de rosa en miniatura?, eso ella nunca lo supo. Sólo supo que estuvo así, más o menos media hora, enervando sus deseos escondidos. Y luego nada. Él dejó su flor abierta, sus pétalos mojados bajo la lluvia, sus bragas húmedas...¿Digo húmedas? Pues no. ¡Empapadas! Y entonces, el mar. La orilla también. Y él, por supuesto, insistiendo (para colmo) con los dedos enredados en su pubis, tejiendo minúsculas vibraciones. Pero a todo ello faltaba la música. Faltaban sortilegios para un breve encuentro de aves migratorias. Faltaban los acordes de cierta canción romántica. (¿Romántica?...)Y así, mientras su caja musical vibraba, él, allí, de frente a ella...¡Menudo idiota!


 Más tarde, en medio de la noche cuando la lujuria se instalaba en el centro de la cavidad celeste, ella abandonó la orilla y se metió entre las olas. Su piel, dorada a la luz de la luna, retazo de terciopelo con la textura de la miel, brillante. Y el cuerpo torneado quería sonar una copla musicalizada en sueños... 


¡Vaya noche! Él aún en la orilla. Y ella allí, muy cerca de él, pero ya no en la orilla, sino en la marea, repleta de sal. Abarrotada de arpegios contenidos.



Y cuando la luna, por fin, cubrió el punto más alto de su locura, desnuda como estaba fue de nuevo a su encuentro. ¿Te gustan mis pechos?, le preguntó. Él sonrió y se levantó de su silla de arena y se fue andando, lentamente, hasta perderse en un punto del planeta. Mientras tanto, la guitarra, solitaria, quedaría en medio de la noche. Tocando una canción de extraña melodía.